Desde los comienzos de la filosofía política, los autores que desarrollaron este tema coinciden en que el hombre, sin un estado que los cohesione como sociedad, viven, naturalmente, en estado de guerra donde cada ser humano busca su propia conservación. Todos viven en un estado de desconfianza y de competencia en el que no existe la moral. Es el estado quien aparece para despojar a cada persona de su actitud violenta asegurándoles seguridad y la preservación de la propia vida.
Hoy el contrato social está roto. Hoy volvemos a ese estado de guerra. Hoy no existe un estado que nos cohesione. Hoy la estructura social está quebrada: Vivimos en una sociedad anómica.
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En todos los casos, la situación da cuenta de que el estado ha estado ausente desde hace mucho y que todavía hoy sigue de la misma manera. Lejos está esta nota de intentar volver víctima a uno y victimario a otro, sino que lo que intenta es analizar lo grave que resulta legitimar discursos desde los medios de comunicación que conducen directamente a saltear al estado y a retornar al momento donde cada uno defendía lo suyo a cualquier costo.
"Uno menos. Este no jode más", pronunció Eduardo Feimann en el prime time de la televisión Argentina en relación a Ricardo Krabler de 24 años, quien murió luego de recibir varios disparos al intentar robar un vehículo. En otras palabras, el discurso propone como solución frente a la ausencia de un justicia efectiva o un estado contenedor, asesinar a quienes el sistema dejó de lado.
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Desde aquí no se trata de crucificar a la "legítima defensa", de hecho es impredecible saber como reacciona uno frente a una situación donde la vida corre peligro. Pero quitarle la vida al agresor debería ser la excepción y no la norma. El metamensaje de lo reproducido en los medios trata volver legítimo algo que solo nos devuelve a la competencia de la preservación. Por eso esta nota se titula "Lo pernicioso del discurso", es decir, lo nocivo que puede resultar fomentar el desprecio por la vida y la violencia como única solución.
En conclusión, puede sonar abstracto y antiguo pero el problema de fondo es ese estado que nos abandonó hace tiempo y que de a poco ha creado la sensación de que estamos solos frente al caos. El discurso es una consecuencia de la negligencia de las altas esferas del poder. Sin embargo, es importante no caer en la trampa y tomar conciencia de lo peligroso que resulta validar la violencia como solución a ese abandono.