Scioli y Macri en el "Debate sin ideas"
Hemos sido consumidores, una vez más, de un producto regido por la lógica de la televisión
pero cubierto por el manto de la democracia. Un formato bien probado por
distintas cadenas mundiales que arrojan impactantes números de audiencia. Una
especie de ficción guionada y rodada en vivo que deja una sensación de falsa libertad de pensamiento.
La limitación del tiempo y la imposibilidad de interrupción
y confrontación de ideas, son los argumentos que permiten avizorar que lo que
nos dejó el debate, no fue más que una llave
a un análisis superficial y tendencioso, ya sea analizando el look de los potenciales presidentes o
una inconducente discusión acerca de quién salió victorioso de un debate sin
ideas.
Como dije en mi anterior nota de opinión; hoy en día no son
los partidos políticos quienes le dan fortaleza al candidato, sino al revés.
Los presidenciables y políticos en general, construyen un perfil y un
comportamiento que los ayuda a convertirse en figuras “cercanas” a la gente e
“iguales” a ellos. Los ejemplos están a la vista: Mauricio Macri bailando
histriónicamente al compás de Tan Biónica o Daniel Scioli autodenominándose una
persona moderada para interpelar en las clases medias.
Volviendo al eje central de la nota; el debate dejó poco.
Resultó más interesante analizar qué fue lo que no dijeron, a poder salir
enriquecidos por la discusión de ideas. Particularmente, lamento que solo se
celebre un debate entre los candidatos. ¿Por qué digo esto?, por el hecho de
que cuantos más debates haya sobre los mismos temas, menos burlas se van a
escuchar y menos mensajes vacíos va a haber.
Ante la cuestión “¿Quién ganó el debate?”; mi respuesta es que nadie, o mejor
dicho, ambos candidatos. Los dos cumplieron con el “compromiso” de debatir
saliendo más o menos bien parados de la incómoda situación, evitando la condena
de la opinión pública. Las redes sociales se inundaron de frases que rezaban la
victoria de uno u otro candidato, casi sin haber realizado un análisis de lo
sucedido, respondiendo más a sus pulsiones políticas que a una realidad.
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