Nora
Dalmasso fue asesinada durante la madrugada del 24 de noviembre de 2006 en Río
Cuarto, provincia de Córdoba y aún hoy, año 2015, no se conoce
quién fue la persona que la mató a pesar del desfile de pruebas, sospechosos,
amantes y hasta la intervención del FBI.
Lo que nos disponemos a analizar e investigar son los recursos que manejan los medios de comunicación y el trato que le dan a los casos donde la historia personal de la víctima brinda todos los elementos necesarios para desvirtuar y confundir a la opinión pública, manteniendo la noticia fresca y con altos puntos de interés para la audiencia.
En los comienzos del caso, los medios se preguntaban
quién era la mujer que había aparecido semidesnuda y ahorcada con la cinta de
su bata en la cama de su casa, en un country llamado “Villa Golf”. Sin embargo,
no tardaron en encontrar una red de amantes, infidelidades y una vida de
excesos.
La prensa comenzó a referirse a la víctima como
“Norita”, un mecanismo que tenía como objetivo dar un efecto de cercanía.
Varias hipótesis se discutían en los programas de horario prime time. Desde un crimen pasional, pasando por la teoría de que
el asesino era un psicópata sexual, hasta que el victimario era el propio hijo
de Dalmasso, a quien se lo señaló innecesariamente por sus preferencias
sexuales. En fin, varias maneras de mantener el crimen en la agenda de los
medios, que seguían sacándole el máximo provecho posible a una noticia que
parecía no tener techo y seguía dando excelentes puntos en los índices de
audiencia.
La presión que ejercía la prensa y la opinión pública,
forzaron a los investigadores del caso y al gobierno cordobés a encontrar
velozmente a un culpable, el cual encontraron en la figura de un pintor de Río
Cuarto. La prensa se refería a él como “el perejil”, dando cuenta de la falta
de ética periodística que regía en los medios. Fue cuestión de tiempo para que
dejaran en libertad a Gastón Zárate, el principal apuntado en la causa.
La cumbre de la relación entre el caso de Nora Dalmasso y los medios de
comunicación tuvo como protagonista a América TV, duramente criticada y
sancionada penalmente por difundir fotos del cadáver de la víctima desnudo,
dejando en evidencia que el morbo era la principal mercancía reinante en aquel momento.
Por último, es preciso remarcar la doble moral que
manejaron las distintas líneas editoriales. Primero, llevando al máximo la
excitación en los lectores y la audiencia, dando material que cada vez
transgredía un poco más la línea de lo éticamente correcto. Y segundo, cuando
el caso comenzó a generar rechazo en el grueso de la población, comenzaron las
críticas desde los mismos medios que fueron actores principales y cómplices de
las infinitas pruebas que seguían apareciendo.
En conclusión, es imponente el poder y la influencia
que tienen los medios de comunicación en este tipo de casos para con la
población y con las autoridades. Por eso resulta menester la ética
periodística, el chequeo de la información y evitar que lo que mueva a los medios sean los niveles de audiencia.
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